viernes, 20 de abril de 2018

Glosas de Amor Llanero (2). Poemas de Yorman Tovar


Joven llanera en el archivo de Fernando Parra


TÚ Y LAS NUBES

Como si José Ramón Lucena me hubiese pedido que escribiera esta glosa



Tú dices si no la olvido                 Y tú, tan alto y tan alto
O dime si no la aguanto,               Mirando mi desconsuelo
Si al fin y al cabo, mis ojos           Sabiendo que soy un hombre
Se van a llenar de llanto.                Que está muy lejos del cielo.

 José Alfredo Jiménez



I
Tú dices si no la olvido
Guitarra que me acompaña,
 decímelo, si me engaña
 en el calor de otro nido.
 Mujer, no tiene sentido
decir que ya no te falto,
 si ayer tomé por asalto
 el fortín de tu altivez...
 hoy me arrastro hasta tus pies,
 y tú, tan alto y tan alto.

II
O dime si no la aguanto,
guitarra de medianoche,
 dime por qué este reproche,
 si la quiero tanto, tanto.
Escucha, cariño santo
 este canto hecho desvelo,
 si yo detengo mi vuelo
 en alianza con la brisa,
 tú te mueres de la risa
 mirando mi desconsuelo.

III
Si al fin y al cabo mis ojos
no han de vivir sin los tuyos
 que son mágicos cocuyos
 en mi senda con abrojos.
 No le pongas más cerrojos
 al castillo de tu nombre
que todo el mundo se asombre
 por esta extrema locura,
 ¿por qué no me das ternura?
Sabiendo que soy un hombre.

IV
Se van a llenar de llanto
 mi alma y mi corazón
 por la triste conmoción
de las musas de mi canto.
 Ángeles, virgen y santo
 rezarán por mi consuelo;
 y hasta el Satán de mi anhelo
 reirá de mi triste historia
 cuando sepa que mi gloria
está muy lejos del cielo.


SERENATA HUASTECA

Al bohemio Antolín Tovar Betancourt, (Q.E.P.D.),
 quien con su guitarra, cantando esta serenata,
 enamoró a mi hermana Olinda.

Yo no bajaré la luna
ni las estrellas tampoco
aunque no tenga fortuna,
 me querrás poquito a poco.
José Alfredo Jiménez

I
Tú me pides tantas cosas.
 Yo, sin podértelas dar,
 pides el azul del mar
 y el aroma de las rosas;
pides –entre tantas cosas-
 las nubes, una por una,
 mas la suerte me importuna
aquí, en esta encrucijada...
 yo no puedo darte nada,
yo no bajaré la luna.

II
Quisiera darte del río
el ímpetu de las olas,
 regalarte las cabriolas
de un potro en libre albedrío;
y el pobre corazón mío,
medio cuerdo y medio loco,
 cada vez que yo te evoco
entre tantas maravillas,
 no puede darte cabrillas
 ni las estrellas tampoco.

III
Sé que se opone el destino
a que un día sea tu dueño
 y así naufraga mi sueño
en un vendaval marino.
 Me he trazado como sino
 –aunque el tiempo nos desuna-
 ser espejismo en la duna
 de tu epidermis, mujer...
 yo he de gozar tu querer
 aunque no tenga fortuna.

IV
Tú dices que me aborreces
pero lo niegan tus ojos,
 yo sé que ardo en tus antojos,
aunque no me perteneces,
 pasarán días y meses
 y yo, con mi empeño loco...
 los ímpetus que provoco
 en tu alma, vida mía
 me dicen que, día tras día
me querrás poquito a poco.


  
CUANDO SALE LA LUNA



Yo sé que no hay en el mundo                            Cuando estoy entre tus brazos
amor como el que me das                                    siempre me pregunto yo,
y sé que noche con noche                              ¿cuánto me debía el destino                         va creciendo más y más.                                   que contigo me pagó?

José Alfredo Jiménez

I
Yo sé que no hay en el mundo
Un idilio más fogoso
que este amor lleno de gozo
 y erótico en lo profundo.
Luego de aquel ¡NO! rotundo
fui Quijote de fracasos,
 luego de seguir tus pasos,
 volvimos al mutuo acuerdo...
ya ni el pasado recuerdo
cuando estoy entre tus brazos.

II
Amor como el que me das,
tierno, hechizante y altivo;
 delirante y excesivo;
 incomparable y audaz,
 es un romance tenaz
 que del corazón brotó
 y en el alma se sembró
 como en la tierra el mastranto...
 ¿por qué te amo tanto, tanto?
Siempre me pregunto yo

III
Y se que noche con noche,
sin pudor y sin sosiego,
 nuestra pasión, hecha fuego
 se habrá de soltar el broche;
 y después que mi ansia troche
 morenez de tu camino
 y libe con gusto el vino
 de tu macerada piel,
 preguntará como aquel:
 ¿cuánto me debía el destino?

IV
Va creciendo más y más
este idilio, como el trigo,
 y esta alcoba es la testigo
más confidente y veraz.
 Sobre nuestro fuego hay paz
que el deseo consolidó
y en los azares jugó
 mi amor en buena partida...
¿cuánto me debía la vida,
 que contigo me pagó?


Poemas tomados de "Estoy en el rincón de una cantina"(Glosas de la Rancheromanía), del poeta Yorman Tovar (Guanarito, estado Portuguesa), del mismo autor una ofrenda adicional


AQUELLA NOCHE DE ABRIL
Como yegua retozona
vibra el arpa en el cordaje
y el cuatro, al son de un pasaje,
con las maracas se entona,
un motivo me emociona
en este baile cerril,
calmaste mi ansia viril,
y al cobijo, en la majada,
desbaraté la alambrada
de tu orgullo femenil.

Tú escobillas, relancina,
mientras que yo zapateo
al compás del bordoneo
en la noche campesina.
De esta parranda genuina
–flor anónima y cerril-
recordaré que en abril.
Al calor de la majada
desbaraté la alambrada
de tu orgullo femenil.

Bonita pero orgullosa
eras única en el llano,
salida de los arcanos
encendidos de la rosa,
eras prohibida diosa,
oronda en tu “sexapil”
y yo, cimarrón, cerril,
padrote de las yeguadas
desbaraté la alambrada
de tu orgullo femenil.

Hoy de la nostalgia, presos,
lejanos de la aventura
recordamos la locura
de tan cálidos excesos.
¡Ah, mundo los dulces besos
de aquella noche de abril!
Con el ansia juvenil
y la osadía desbordada…
desbaraté la alambrada
de tu orgullo femenil.







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